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La Casa De La Esclusa
Andrea Calo'












LA CASA DE LA ESCLUSA

Primera ediciГіn - Septiembre 2012

© Copyright 2012 – Andrea Calò (@ e-mail: andrea.calo_ac@libero.it)

TraducciГіn: Ana PГ©rez Salaberry


A mi hermanita Elena,

que por la absurda voluntad de la Vida

no ha recibido de mis manos una copia

de este libro para poder leerlo,

mas la llevo tanto en mi corazГіn

que ha llegado al punto de

poder escribirlo.



[Elena Calò, 1 mayo de 1985 – 25 septiembre 2011]

AGRADECIMIENTOS



Escribir un libro es como irse de viaje. Se hacen las maletas, se parte de un punto en concreto y se procede a intentar llegar al punto de llegada, la meta deseada. Sin embargo, y como a veces sucede durante los viajes, los escollos, los errores, los miedos y los imprevistos estГЎn ahГ­, dispuestos a sorprendernos, a frenarnos, a veces a punto de hacer que desistamos de proseguir. En cambio, con la ayuda de las personas que estГЎn a nuestro lado o aquellas que nos hemos ido encontrando a lo largo del camino, se consigue salir adelante, a veces con facilidad, otras veces con una gran pena; pero nunca nos recostamos en el error para no perder la inversiГіn que habГ­amos hecho. Durante este viaje he tenido a varias personas a mi lado, todas ellas me han animado y empujado a seguir mi camino, a cumplir los sueГ±os que desde hacГ­a aГ±os tenГ­a metidos en el cajГіn, haciendo que me abriera completamente a ello, mi proyecto.

Gracias a mi mujer Sonia, que ha creГ­do mГЎs que nadie en mГ­, desde siempre, por su paciente lectura de mis bocetos ya desde las primeras fases de preparaciГіn de este texto. Si no hubiera sido por ella, este libro hoy no existirГ­a.

Gracias a mi cuГ±ado Enzo por haberme acompaГ±ado en agradables discusiones acerca de los temas tratados en este libro y por haberme entregado parte de una elaboraciГіn suya para poder ser parte de esta reflexiГіn: con su claridad de pensamiento me ha guiado a menudo, ayudГЎndome a desenredar la madeja.

Gracias a mis padres, que me han dado la vida, me han visto crecer y me han educado, haciendo posible que todo esto se hiciera realidad.

Y, por Гєltimo, pero no menos importante, gracias a ti, Elena, por instruir mi corazГіn y guiar mi mente durante todo este recorrido: aquГ­ dentro se encuentra, de verdad, una gran parte de ti.


CAPГЌTULO 1



Todo espГ­ritu libre tiene sueГ±os y locuras.

[AnГіnimo]



Siempre me he preguntado cuГЎntas hojas de hierba se podrГ­an contar en un metro cuadrado de tierra. Una pregunta simple con una respuesta no trivial. Son demasiadas las variables que considerar: a quГ© campo pertenece el trocito de tierra, quГ© tipo de hierba crece en Г©l, quГ© especies hay presentes, el tipo de terreno, etc. Г‰stas son solo algunas de las muchas preguntas posibles. Г‰se es el motivo por el que siempre he esquivado cualquier intento de profundizar en el tema, convenciГ©ndome de que al final no era tan importante encontrar una soluciГіn. Al no poder clasificar mi vida de ninguna manera, he archivado todo bajo la etiqueta В«Conocimiento estГ©rilВ». ВЎQuГ© bueno serГ­a poder saberlo todo acerca de todo! Sin embargo, tambiГ©n serГ­a peligroso y, a mi parecer, estarГ­a a merced de la incertidumbre en cada una de las situaciones de mi vida. Con demasiadas variables a mi disposiciГіn, cada una de mis potenciales decisiones encontrarГ­a un opuesto plausible y evaluable, ralentizando mi proceso de toma de decisiones y dejГЎndome al final con la duda de si he tomado la decisiГіn correcta. Se apagarГ­a el instinto en favor de la razГіn, no siempre reconocida como el instrumento mГЎs adecuado para la superaciГіn de todas las situaciones de la vida y capaz de guiarnos hacia las decisiones acertadas. El significado de lo que es justo, al fin y al cabo, es completamente relativo y estГЎ vinculado a las personas, a sus experiencias, a los sucesos histГіricos. Y, por desgracia, estГЎ sujeto a las modas dictadas por la comunidad, por lo social y por las religiones, sin distinciГіn alguna. Se forman personas que se adaptan a un В«sistemaВ», cuando en realidad deberГ­a ser justo lo contrario. VivirГ­a mi vida como un hombrecillo colocado en el centro de un cercado, a su vez atado a Г©l con muchas cuerdas elГЎsticas. PodrГ­a moverme en el interior del espacio asignado, pero no podrГ­a ir mГЎs allГЎ de Г©l, arrastrado constantemente hacia el centro en cada intento de mirar o experimentar В«mГЎs allГЎВ» de los lГ­mites. Entonces decido emplear mis neuronas en las cosas que realmente importan en la vida. ВїCuГЎles son las cosas realmente importantes? Г‰ste es otro concepto totalmente relativo, vinculado a las prioridades personales, a los estГ­mulos, a las sensaciones, a las emociones de cada uno de nosotros. El cerebro es fГЎcil de intoxicar. Cuando Г©ste alcanza su lГ­mite, es necesario que nos detengamos y miremos hacia adentro, nos redescubramos y nos cuestionemos nuestro presente sin preocuparnos por el pasado que nos ha llevado hasta ese punto para diseГ±ar nuestro futuro prГіximo. Cambiar el rumbo y, si fuera necesario, darse un buen lavado. No es necesario ir demasiado lejos con pensamientos y proyectos porque hay demasiados acontecimientos que se escapan de nuestro control, que se burlan de nosotros y que no son ni lo mГЎs mГ­nimo predecibles en el momento en el que nos miramos y hablamos. Forman parte de la esfera de lo desconocido. ВЎTenemos que cambiar! Con ello no me refiero solo a un retoque cosmГ©tico superficial, realmente estoy hablando de una acciГіn profunda, radical e inmediata, capaz de excavar en las vГ­sceras mГЎs profundas de nuestro ser humano, allГ­ donde habita la parte mГЎs verdadera de nosotros, donde lo humano encuentra lo Divino en todas sus formas y manifestaciones. Borrar todo y empezar de cero: es ese el desafГ­o. Pero es tan simple como adivinar el nГєmero exacto de hojas de hierba contenidas en un metro cuadrado de tierra en un campo.

El cielo de BorgoГ±a tiene una luz particular y su color envuelve y captura, incluso cuando hace mal tiempo. Si te paras y te tumbas en el suelo para admirarlo, levantando la mirada, este cielo te caerГЎ encima y te envolverГЎ, haciendo que levites. No eres capaz de percibir el lГ­mite, puedes perderte totalmente y dejarte llevar a los pensamientos mГЎs dispersos. Es justo ahГ­ donde el cielo da paso al valle, se despliega un mosaico de terrenos multicolor que van del amarillo pajizo del trizo maduro hasta el verde intenso de las hojas altas de la vid. Las manchas oscuras de los ГЎrboles altos salpican aquГ­ y allГЎ, acentuados por las sombras que ellos mismos producen con su espeso follaje. Todo esto se dibuja sobre un terreno suave y ondulado, a veces llano y otras veces delicadamente tendido sobre bonitos montes en los que no podrГ­a faltar un castillo. A los pies de las alturas, los pueblecitos medievales con sus iglesias, el cementerio anexo y los canales de riego completan este maravilloso cuadro bucГіlico. Y la imagen de un tiempo que ya forma parte de un pasado lejano, tan lejano que no podrГ­a comprenderse completa y plenamente la mayorГ­a de las veces. Los caminitos inmersos en el campo, estrechos y sin pavimentar, trazan recorridos similares a dibujos realizados a mano alzada. Forman una trama perfecta que es capaz de conectar unos pueblos con otros, como si fuera una enorme telaraГ±a. Las casas rurales construidas tradicionalmente de piedra marcan como nodos de la telaraГ±a los puntos de referencia para los caminantes curiosos por la simplicidad de una realidad de vida aГєn presente en estos silenciosos campos. Son enormes en su majestuosidad, con la belleza tГ­pica de las construcciones francesas del siglo XX, por la piedra de la que estГЎn hechas, por sus vivos colores, por sus amplios postigos opacos y por sus ventanas de madera y hierro forjado, a menudo refrescadas con opacos esmaltes en tonos pastel. Muchas de estas construcciones albergan exuberantes especies de hiedra que escalan hasta la cima de los tГ­picos tejados en punta en los que resaltan los tragaluces. Me imagino el panorama que se puede observar desde allГЎ arriba, como Гєltima imagen por la noche antes de acostarnos o como primer dulce despertar a la maГ±ana siguiente. Las ramas, capaces de seguir el perfil de los muros, a veces acarician las ventanas, se retuercen alrededor de las numerosas chimeneas durante la estaciГіn cГЎlida para abandonarlas durante el invierno cuando estas se encienden. Donde la hiedra no cubre los muros, las frescas manchas de musgo compacto completan el color natural de las fachadas que dan al norte, como si fueran piezas de tela cruda cosidas a un viejo y arrugado vestido. En muchos otros, un colorido florecimiento de rosas, ciclГЎmenes, glicinias y jazmines se yergue de un lecho compuesto de hierba, amapolas rojas y espesos mechones de lavanda. Las espontГЎneas hierbas, siempre cuidadas y perfumadas, completan la imagen de jardines simples pero relajantes y frescos sГіlo con mirarlos. Hay caballos y bueyes libres por el campo, se mantienen bien lejos de las ovejas y cabras, quienes prefieren, por el contrario, estar en grupo y pasar el rato inmГіviles en un sitio, comiendo un poco de hierba fresca de vez en cuando. Si nos paramos a observarlos con atenciГіn, nos responden con una mirada lenta y somnolienta, ojos medio cerrados y movimientos mГ­nimos, aburridos, sin importarles en absoluto la extraГ±a presencia, sin aviso de riesgo o peligro inminente. Seguramente su fin no sea muy diferente al de aquellos que permanecen encerrados en cabaГ±as o recintos estrechos, pero, indudablemente, la calidad de su existencia no puede compararse lo mГЎs mГ­nimo a la de sus semejantes reclusos. Por este motivo se suele decir que su carne es mГЎs sabrosa. El tiempo parece ralentizarse como el ritmo de la vida y de las emociones. Todo se extiende, todo se abre. La conciencia de los propios problemas se disuelve y nos centramos en todo aquello que estГЎ vacГ­o, casi irreal, en un mundo material. Me paro a mirar un campo llevando mis ojos a los lГ­mites de lo visible y veo la lГ­nea del horizonte. No consigo ir mГЎs allГЎ con mis sentidos ya que mis ojos no lo permiten, no obstante, mi mente supera el lГ­mite pintando, delante de mГ­, la impalpable imagen de la continuaciГіn de este paisaje en un instante. Me siento muy pequeГ±o en medio de esta inmensidad, pero, por otra parte, percibo una sensaciГіn de seguridad y de satisfacciГіn interior, sentimiento que muy raramente he experimentado antes en mi vida.

ElegГ­ BorgoГ±a para pasar unos dГ­as de vacaciones, para relajarme con mi mujer y olvidarme durante un tiempo del estruendo de la vida en la ciudad. AquГ­ todo es muy diferente. En la ciudad a menudo me invade el deseo de distanciamiento. Los lugares cotidianos me fastidian como un picor de los mГЎs molestos, las personas no me llenan demasiado y me asalta el deseo de aislamiento: como si la Гєnica reconciliaciГіn posible fuera sГіlo gracias a la ausencia de los ruidos de la ciudad y de sus habitantes. En esos momentos suelo intentar concentrarme en pequeГ±Г­simos detalles de un paisaje: el inicio de una cuesta en la montaГ±a, la ventana de una casa con vistas a un prado, un banquito situado al lado de una fuente en el campo. Siento que asГ­ el ruido se transforma en sonido, se combina y se integra con el concierto universal de la misma manera que una voz humana puede asemejarse a un canto sin empujar violentamente la primacГ­a de la omnipresencia. Cuando camino por las calles durante mis dГ­as de irritaciГіn, la humanidad me parece una presencia proterva, por nГєmero de ejemplares y por el alboroto. Percibo su afГЎn de llegar quiГ©n sabe adГіnde como una seГ±al de desesperaciГіn, de la malvada, dispuesta a hacerse paso incluso con las uГ±as o con armas. Y entonces no puedo evitar sentir que he nacido y estoy destinado a otra parte, ya sea una cuesta en la montaГ±a, la ventana de una casa y su prado, o un banquito situado al lado de una fuente en el campo, da igual: se trata de В«otra parteВ» donde la voz puede resonar como un canto, el mГ­o.

Nuestra meta era una pequeГ±a casa junto al canal de BorgoГ±a, mГЎs o menos a la mitad de su longitud total, propiedad del conserje de una de las muchas esclusas que hay allГ­, situada en la aldea de Gissey-sur-Ouche y con vistas al propio canal. BuscГЎbamos algo de paz, de relajaciГіn, de aislamiento del caГіtico mundo de la ciudad, en busca de nosotros mismos. El paisaje se desplegaba frente a nosotros en un concierto de colores, de reflejos de sol que se dibujaban en las charcas y nos capturaban plenamente. Ya en aquel momento me di cuenta de que iba a ser difГ­cil volver a la vida en la ciudad, incluso antes de haber probado el lugar. No obstante, lo mejor estaba aГєn por llegar, presentГЎndose de forma poderosa ante nosotros, invadiГ©ndonos el corazГіn y captando, para siempre, nuestra atenciГіn. Gissey es una aldea formada por unas cuantas casas construidas en su gran mayorГ­a de piedra, al mГЎs puro estilo medieval. El ayuntamiento, una escuela, una iglesia y su cementerio adyacente eran los Гєnicos edificios pГєblicos visibles desde la calle principal. Un Гєnico restaurante, mГЎs bien pequeГ±o, ofrecГ­a menГєs turГ­sticos a precio fijo algunos dГ­as de la semana, incluyendo sГЎbados y domingos, aunque raramente para la cena. No habГ­a ni rastro de ninguna tienda, ni siquiera de alimentaciГіn. AquГ­ tambiГ©n podГ­an verse animales libres en el campo, los pГЎjaros volaban libres por el cielo dibujando cГ­rculos y arcos a sus anchas, planeando y volviendo a alzar el vuelo como bailarinas guiadas por las notas perfectas de un aria clГЎsica.

Cuando llegamos a la cercanГ­a de la aldea, nos desviamos por un estrecho camino de tierra, sembrado de piedras y grava, tan estrecho que dos coches no podГ­an pasar a la vez en direcciones opuestas. Salpicado de anchos y profundos hoyos, a veces llenos de agua de lluvia no absorbida por el suelo, el pequeГ±o camino flanqueaba el canal que se extendГ­a a nuestra izquierda y en el que podГ­amos ver algunas pequeГ±as barcazas yendo en lГ­nea recta. La gente que iba en las barcazas reГ­a alegremente, miraba a su alrededor a menudo de forma folklГіrica, sus rostros con una piel lГєcida y bien tersa, de un color blanco leche manchado por un rosa pastel y las mejillas tendiendo a un rojo vivo. Los hombres hacГ­an fotografГ­as mientras mordisqueaban sus bocadillos y sorbГ­an con entusiasmo el vino en largas copas de cristal. Tal vez la potencia del alcohol ya los habГ­a superado. Las mujeres, de mediana edad, estaban sentadas y relajadas, con las piernas dispuestas en los oscuros bancos de madera y metal que equipaban la cubierta del barco. O estiradas en tumbonas de tela cruda de color beige allГЎ donde las habГ­a. Los niГ±os, apoyados en sus madres, disfrutaban de sus helados, con sus rostros en parte tapados por los diversos sombreros que llevaban para protegerse del sol y esconder la timidez ante las miradas de sus curiosos compaГ±eros de viaje. Daban la impresiГіn de estar saboreando la mГЎs absoluta libertad, o cualquier cosa similar a ella, la despreocupaciГіn, como si fueran parte del entorno, en comuniГіn con Г©l. Los problemas de la vida diaria parecГ­an no preocuparles lo mГЎs mГ­nimo, como si en realidad no hubiera absolutamente ningГєn problema que afrontar, como si estuvieran exentos de ellos. Aparte del francГ©s, tambiГ©n se oГ­a hablar alemГЎn, inglГ©s y espaГ±ol. No habГ­a italianos presentes, o al menos ninguno que estuviera hablando en ese momento. AdemГЎs, ninguno de los presentes mostraba rasgos faciales tГ­picamente italianos. Pasaban muy cerca de nosotros y los podГ­amos ver muy bien, hasta el punto de casi poder apreciar los defectos de su piel. ObservГЎbamos el barco mientras flotaba y transportaba la alegre banda. Sus motores en acciГіn no emitГ­an ruidos ensordecedores. Daba la impresiГіn de que estuviera resbalГЎndose sobre el agua, como si la empujase el aire. Desde las ventanillas de nuestro coche, el cual habГ­amos parado oportunamente para observar e inmortalizar la escena, podГ­amos percibir el sonido de la risa de las personas, sus conversaciones y la sinfonГ­a del canto de los pajarillos que poblaban el espacio abierto a la derecha del camino. En ese lado se podГ­a ver una inmensa explanada verde que cubrГ­a todo el campo. Era como un marco de colinas de un verde mГЎs oscuro e intenso que parecГ­a haber sido puesto allГ­ precisamente para no revelar inmediatamente la belleza que se extendГ­a detrГЎs de ellas.

—¡Todo es increíble aquí! —dijo Sonia con una voz llena de alegría y emoción palpable, con los ojos brillando con esa luz que hace tiempo no percibía con la misma intensidad—. ¡Parece otro mundo! Parece como si al tomar ese ese camino hubiéramos cruzado la frontera que divide lo real de lo que es mero fruto de los sueños. Es indescriptible, ¡qué feliz estoy! —concluyó.

—¡Es todo tan cierto, pero tan increíble al mismo tiempo! Los colores, sonidos, olores e imágenes: todo parece tener su propio espacio, una posición tan precisa que, si la alterara un profano, haría que ese objeto aislado se sintiera «fuera de lugar». Todo forma parte del cuadro que estamos observando en este momento y parece llevar la firma de su autor, de una entidad superior y experta. No se percibe ninguna forma de mejorar lo que ante los ojos ya resulta perfecto desde el principio. ¡Yo también estoy feliz!

GirГ© la llave para volver a arrancar el coche y, con una sonrisa, la invitГ© a continuar hasta nuestro prГіximo destino, la casa de la esclusa 34s. A medida que avanzГЎbamos, los ГЎrboles a nuestras espaldas cerraban el tГєnel en la carretera como las cortinas de un telГіn de teatro al final de la Гіpera.


CAPГЌTULO 2



La gente dice: В«EstГЎ locoВ».

O: В«Vive en un mundo de fantasГ­aВ».

O bien: «¿Cómo puede confiar en cosas que carecen de lógica?».

Sin embargo, el guerrero sigue escuchando al viento

y hablando con las estrellas.

[Paulo Coelho - Manual del guerrero de la luz]



La casa era pequeГ±a y tenГ­a paredes construidas en piedra viva. El tejado mostraba una considerable inclinaciГіn sobre ambas fachadas de la casa. Era necesario facilitar la descarga de nieve durante el perГ­odo invernal, evitando la formaciГіn de pesadas placas de hielo peligrosas para la estructura de las vigas de madera visibles incluso dentro de las habitaciones. Los dueГ±os de la casa y encargados de la esclusa se llamaban Urs y Doris, una pareja muy unida. HabГ­an dividido la casa en dos partes, una mГЎs amplia reservada para ellos, y otra que alquilaban a turistas como alojamiento vacacional. En su sencillez, la casa tenГ­a todo lo que uno podГ­a necesitar: una sala de estar con una cocinilla bien equipada y con los platos, ollas y cubiertos necesarios, un cГіmodo sofГЎ, y un baГ±o privado muy recogido, pero con una amplia ducha. La zona de dormitorios del altillo ocupaba la parte mГЎs alta de la estructura. Se accedГ­a a ella a travГ©s de una robusta escalera interna. Estaban a disposiciГіn todo tipo de electrodomГ©sticos, Гєtiles o no: habГ­a una radio, televisiГіn por satГ©lite, e incluso conexiГіn inalГЎmbrica a Internet. Todo esto parecГ­a casi fuera de lugar en un contexto aparentemente simple, rural, natural y minimalista. No pude evitar apreciar todas estas comodidades que ahora se han convertido en una parte abrumadora de mi vida como hombre de ciudad, pero me prometГ­ a mГ­ mismo limitar su uso al mГ­nimo. BuscГЎbamos la tranquilidad absoluta, el distanciamiento de lo superfluo, la inmersiГіn en la naturaleza. TenГ­amos claro que no querГ­amos perder el precioso tiempo repitiendo las acciones de la caГіtica vida cotidiana. En su exterior, la casa no estaba rodeada de flores o plantas tГ­picas de los preciosos jardines. Por lo contrario estaba coloreada por flores y arbustos silvestres, amapolas rojas y otras flores elegantes de un intenso color naranja, campanillas blancas y pГєrpuras que trepaban por las paredes o salpicaban el suelo, tan bellas y gruesas que uno se veГ­a obligado a prestar atenciГіn para no pisarlas mientras caminaba. HabГ­a hierbas y arbustos que yo seguramente habrГ­a quitado si hubieran crecido en el jardГ­n de mi casa en la ciudad, porque no eran adecuados o no eran hermosos a simple vista. Estas flores de forma Гєnica mostraban vetas y tonos de color en los suaves pГ©talos, aterciopelados al tacto. Y su dinamismo, la forma en que se balanceaban al entregarse al aire por su largo tallo, las hacГ­a parecer bailarinas entrenadas por un gran maestro. Todo esto nos fascinГі, capturГЎndonos en una especie de hechizo, de hipnosis. ВїPor quГ© esto sГіlo nos ocurrГ­a allГ­ y entonces? He visto muchas campanillas y amapolas en mi vida, Вїpor quГ© nunca me di cuenta de lo bonitas, delicadas y elegantes que son? En ese momento fui consciente de mi gran superficialidad y en parte me entristecГ­. En un rincГіn de la casa habГ­a una hermosa rosa de color rojo vivo, sus pГ©talos eran suaves como el mГЎs preciado terciopelo y desprendГ­a un perfume que envolvГ­a por completo, aniquilando los sentidos. TenГ­amos dos bicicletas disponibles, que eran esenciales para moverse sin tener que usar el coche.

DespuГ©s de compartir con nosotros alguna informaciГіn sobre la zona y sus lugares de interГ©s, Urs y Doris nos dejaron instalarnos, invitГЎndonos a una bebida de bienvenida que nos tomarГ­amos esa misma tarde. El silencio que nos rodeaba era palpable, un silencio casi molesto, percibido directamente por el oГ­do y al que no estГЎbamos acostumbrados. MirГ© a mi esposa y la invitГ© a escuchar. Se podГ­a oГ­r el canto indefectible de los pГЎjaros, numerosos y de diferentes especies, el suave rugido del agua en la esclusa detrГЎs de nosotros, mantenida para tener el nivel del canal bajo control, el saludo recГ­proco de los propietarios a los transeГєntes y las hojas de los ГЎrboles movidas por el aire de fondo.

En el canal hay muchas esclusas, una por cada descenso del nivel del agua, generalmente de unos pocos metros. Por cada una de ellas hay una casa en la que vive su cuidador, que tiene la tarea de abrir y cerrar la esclusa cuando pasa cada una de las barcazas del canal. Las operaciones de apertura y cierre se siguen realizando manualmente, con los mismos movimientos que han sobrevivido al paso del tiempo hasta el dГ­a de hoy. Una esclusa estГЎ formada por un depГіsito estanco, largo pero muy estrecho en comparaciГіn con la anchura del propio canal, realizado como una excavaciГіn en el suelo con bloques de piedra colocados para reforzar los bancos de tierra que de otro modo estarГ­an sujetos a la erosiГіn por su contacto con el agua. El nivel del agua dentro del tanque se aumenta o disminuye para permitir que las barcazas pasen a travГ©s de Г©l y se eleven o desciendan, llevГЎndolas al nivel deseado igualando la parte del canal que estГЎ subiendo o bajando para poder alcanzado. Los pasajeros de las barcazas siempre parecen estar muy atentos al observar durante la ejecuciГіn de estas maniobras, como si las realizaran ellos mismos. A pesar de los intentos del gobierno francГ©s de automatizar estos sistemas, el canal y las personas que trabajan en Г©l siempre han intentado, con Г©xito, mantener esta habilidad manual que todavГ­a hoy es muy apreciada y admirada por los turistas.

Urs y Doris nos llamaron para un aperitivo, invitГЎndonos a unirnos a ellos en la mesa con vistas a la esclusa. Desde allГ­ se podГ­a disfrutar de un maravilloso panorama, la mirada podГ­a extenderse libremente sobre el canal, embriagГЎndose con sus vivos colores, posГЎndose sobre los reflejos llenos de detalles de los ГЎrboles que pintaban el agua, sobre las flores y arbustos que poblaban las orillas. Las familias de patos nadaban en lГ­nea, a veces en zigzag, sobre el cauce abierto. No era raro ver a estas pequeГ±as familias dirigiГ©ndose hacia los bordes del canal cuando transitaban las barcazas, esperando a que pasasen y poder colocarse detrГЎs de ellas para continuar su viaje. El canal albergaba en su vientre muchos peces de gran tamaГ±o, que son difГ­ciles de ver desde el exterior debido a la turbiedad del agua verde militar. Es una atracciГіn esencial para los grupos de pescadores que acechan regularmente los caminos de las orillas, algunos expertos y bien equipados, otros simples principiantes con sГіlo una caГ±a y una red, pero todos con la intenciГіn de llevar a casa un gran pescado y disfrutarlo en la cena solos o en familia, acompaГ±ado de una sabrosa salsa francesa, un buen vino y una baguette. Se veГ­an muchГ­simos, alineados como soldados, algunos mГЎs concentrados, otros mГЎs relajados, casi cansados. Dejaban sus coches aparcados no muy lejos de sus lugares de pesca, pero con todas las ventanas estrictamente abiertas. Frente a la esclusa, algunas colinas marcaban una frontera no infranqueable de altura modesta. No habГ­a casas ni edificios de ningГєn tipo, forma u otro uso en toda la zona que nos rodeaba. Unos pocos pasos mГЎs allГЎ de la orilla del canal, en frente de donde nos encontrГЎbamos, un torrente bastante agitado saturaba el aire con el sonido de su agua rugiente, ligeramente desviada por grandes rocas dispersas por el lugar. Las hojas que se desprendГ­an de las ramas de los ГЎrboles del borde caГ­an al agua despuГ©s de haberse balanceado por un tiempo, para luego ser llevadas por la corriente a lo largo de su curso. Los cantos rodados con movimientos elegantes, curvos y sinuosos permanecГ­an allГ­ sorprendidos, silenciosos e incapaces de detener o incluso ralentizar el viaje. ВЎMenudo baile!

Eran las primeras horas de la tarde, el sol alto en el cielo calentaba el aire, pero no era molesto. La humedad del aire era mГ­nima, a pesar de la proximidad del curso de agua. Urs mostraba su habitual bonita sonrisa. InvitГЎndonos a la mesa, se disculpГі diciendo que tardarГ­a unos minutos en preparar el aperitivo. Desde el interior de la casa, a travГ©s de la pequeГ±a ventana dejada parcialmente abierta, llegaba el sonido sordo del cuchillo que Doris manejaba para cortar cubitos de queso y pan tostado con aceite y especias. El cuchillo parecГ­a golpear una encimera de piedra viva a intervalos tan regulares que se podГ­a confundir con los producidos por una mГЎquina en lugar de un brazo humano. Mi esposa y yo nos miramos en silencio, sintiendo una sensaciГіn de sueГ±o profundo, de relajaciГіn. SГіlo dos horas en el lugar nos habГ­an hecho perder completamente el vГ­nculo con la realidad de la vida en la ciudad que casi parecГ­a ya no pertenecernos.

—¿Pero, todo esto puede realmente existir? ¿Estoy viviendo un sueño? —exclamó Sonia en voz baja, tal vez para no ser escuchada por los dueños, quienes igualmente no habrían entendido nuestras palabras.

—Es una realidad increíble que creía perdida en el tiempo y se despliega aquí mismo ante nuestros ojos con una gran cantidad de detalles. No hay nada que añadir. Disfrutemos de esto, cariño. Sólo para nosotros —respondí estrechando sus manos entre las mías.

Urs reapareciГі sosteniendo dos botellas, una de vino blanco y la otra, ya abierta previamente, conteniendo un vino bastante denso, de un color rojo muy intenso. ExplicГі que era un licor de mora producido en su finca, con una altГ­sima graduaciГіn alcohГіlica. Normalmente se usaba para В«cortarВ» otros vinos o para preparar cГіcteles, aperitivos o postres. Rara vez se bebГ­a asГ­ tal cual, tambiГ©n por su sabor ligeramente ГЎspero. VertiГі alrededor de un centГ­metro de este licor en las copas y llenГі el resto con vino blanco, formando una mezcla muy similar en color al vino rosado. El sabor picante pero muy agradable conservaba casi inalterado el contenido de alcohol del licor, sГіlo mГ­nimamente suavizado por la graduaciГіn del vino blanco. Doris saliГі de la casa llevando triunfalmente una bandeja llena de bocadillos de queso y pan preparados unos minutos antes. DespuГ©s de los saludos rituales, comenzamos a saborearlo todo, dejГЎndonos llevar completamente por los sabores, los olores, el delicado y discreto canto de los pГЎjaros, el susurro producido por el roce de las hojas de los ГЎrboles empujadas por la brisa que comenzaba a apreciarse, templando el aire. Unas pequeГ±as nubes blancas mancharon el cielo hasta entonces azul, atenuando una monocromГ­a totalmente desprovista de lГ­mites. Hablamos de muchas cosas, de nuestra vida en la ciudad, de nuestro trabajo. Urs y Doris nos contaron parte de su pasado, mostrГЎndonos los caminos y elecciones que los habГ­an llevado a aquel paraГ­so. Sus estados de ГЎnimo, acompaГ±ados por sus palabras, nos llegaron directamente al corazГіn. Amaban aquel lugar, se sentГ­an parte de Г©l. Y la luz que brillaba en sus ojos, sus sonrisas y la alegrГ­a que mostraban en cada situaciГіn nos lo confirmaron en cada momento, tambiГ©n en los dГ­as siguientes. VivГ­an una vida real, una vida plena en su simplicidad. Nunca olvidarГ© una imagen que se grabГі a fuego en mi mente mientras miraba a Urs. SostenГ­a el cГЎliz medio lleno en sus manos, con el tallo apoyado en la mesa. Su mirada, perdida en el horizonte, transmitГ­a una ligera sonrisa producida por los pensamientos que pasaban por su mente en aquel momento. Pensamientos ciertamente de delicada importancia, libres de todo tipo de problemas. En la copa, el sol dibujaba manchas de luz y sombra animadas por el balanceo del vino impulsado por los movimientos de la mano. Urs se llevГі el vaso a la boca sin siquiera mirarlo, totalmente absorto en sus dibujos, casi alienado. Por otro lado, Doris hablaba sin parar, sГіlo ligeramente interrumpida por un cigarrillo del que inhalaba regularmente.

Finalmente nos despedimos de ellos y les dimos las gracias, luego nos retiramos a la casa para descansar un poco, esperando que llegara el frescor de la noche. DespuГ©s de sГіlo un dГ­a ya habГ­amos vivido tantas emociones que podГ­amos revivirlas incluso por la noche en nuestros sueГ±os.


CAPГЌTULO 3



La amistad es uno de los regalos del cielo a la humanidad В«Las montaГ±as no se encuentran, pero los hombres sГ­В».[Samburu, Kenia]



Entre amigos se derrumban las barreras que normalmente cierran a los individuos en su pequeГ±o cercado. No hay secretos entre amigos: В«Si se quiere, no se oculta la desnudezВ».[Mongo, RD. Congo]



La oscuridad total de la noche dio paso a las tenues luces de un tГ­mido alba. Las primeras manchas de una luz sin fuente, formada sГіlo por el resplandor que subГ­a por las colinas, apenas tenГ­an espacio para pasar a travГ©s de las espesas copas de los ГЎrboles. Como una sГЎbana, una fina y uniforme capa de niebla baja cubrГ­a el campo de trigo ligeramente humedecido por el rocГ­o de la maГ±ana. CreГі una atmГіsfera tГ­pica de los paisajes del norte de Europa, los que se ven a menudo en las postales y los libros de fotografГ­a. La esclusa estaba desierta y el flujo de agua a travГ©s de los desagГјes estaba reducido al mГ­nimo. Una ligera brisa mantenГ­a fresco el aire de aquella maГ±ana, levantando lentamente la niebla hasta hacerla desaparecer. Las tiernas espigas doradas de trigo, tan redescubiertas, fueron iluminadas por los rayos del sol ya en lo alto y libre en el cielo. Eran sГіlo las siete de la maГ±ana, pero se podГ­a sentir el retraso que tenГ­a la luz del sol comparado con lo que yo veГ­a en mis maГ±anas milanesas. Un conejo silvestre saltaba irregularmente por el sendero frente a la puerta principal. PensГ© que probablemente estuviera buscando comida. CogГ­ una pequeГ±a zanahoria del frigorГ­fico y la puse fuera de la puerta, en el suelo, en la parte que daba a la calle. Lo hice con cuidado para que no se asustara y saliera corriendo. Me miraba con sus ojitos negros y redondos, y su cuerpo petrificado, listo para huir si fuera necesario. Mi presencia lo inquietaba, era obvio. Pero no se iba. Cuando apoyГ© la zanahoria, me alejГ© lentamente sin quitarle los ojos de encima. Una vez estaba lo suficientemente lejos, en lugar de agarrar la zanahoria, se fue corriendo a gran velocidad. Entonces pensГ© que habrГ­a sido perturbado por algo diferente, tal vez un ruido que yo no habГ­a percibido o tal vez un animal que se movГ­a por el campo. Me quedГ© solo mirando la zanahoria que estaba en el suelo, me di la vuelta y volvГ­ a la casa a contarle a Sonia lo que habГ­a pasado. IncrГ©dula, mirГі por la ventana y vio la zanahoria abandonada, estallando en una fuerte risa.

Desayunamos en paz y tranquilidad, tomГЎndonos el tiempo necesario, discutiendo lo que harГ­amos durante el dГ­a: recorrido en bicicleta por la zona, cГЎmara en mano, quedarnos a almorzar en medio de uno de los muchos campos coloridos o en algГєn ГЎrea de descanso en los pueblos cercanos. PodrГ­amos pedir indicaciones a los pescadores a lo largo del camino. Cuando salГ­ al camino, al cerrar la puerta de casa me di cuenta de que la zanahoria habГ­a desaparecido. Al principio estaba molesto, pero luego me dejГ© llevar con una sonrisa. No podГ­a esperar que el conejito me diera las gracias por haberle dado una zanahoria. Acostumbrado a su libertad, tampoco estarГ­a habituado a ninguna forma de relaciГіn. A veces ni siquiera los humanos somos agradecidos, ВїcГіmo podrГ­a pensar que un animal salvaje podrГ­a hacer eso? PensГ© que incluso volviГі y aceptГі con confianza mi regalo. VolvГ­ a pensar en sus ojos y en la intensidad de aquella mirada inmГіvil, y me di cuenta de que aquella fue su forma simple pero sincera de darme las gracias. Los humanos a menudo tambiГ©n se dan la vuelta y se van.

Tomamos nuestras bicicletas y nos pusimos en marcha, pedaleando con energГ­a, recorriendo los caminos mГЎs o menos pedregosos y tortuosos, flanqueando el arroyo y deleitГЎndonos con su incesante canto, saludando a la gente que nos observaba desde las cubiertas de las barcazas que pasГЎbamos a toda velocidad. Los pescadores nos miraban con recelo, tal vez perturbados por nuestro ruidoso paso que, de alguna manera, aniquilГі sus somnolientas esperas. Cruzamos puentes centenarios que mostraban la roca viva esculpida por el tiempo con los cantos desgastados por la lluvia y el viento. PodГ­amos percibir el olor fuerte pero intangible de los materiales del pasado. Era imposible ver coches o incluso oГ­r el ruido de sus motores tan lejos de las carreteras principales. A lo largo de nuestro camino pasamos varias esclusas, todas muy similares. DespuГ©s de unos 20 kilГіmetros sentimos la necesidad de hacer una pequeГ±a parada. Decidimos ir a la siguiente esclusa para preguntar a quГ© distancia estaba el pueblo o aldea mГЎs cercanos. Llegamos a la esclusa, que estaba a otros cinco kilГіmetros de donde nos habГ­amos detenido anteriormente para recuperar el aliento. Como esperГЎbamos, estaba la casa de su encargado. Era muy similar a aquella en la que nos alojГЎbamos nosotros, en su tamaГ±o, color y forma. Sin embargo, el jardГ­n era mucho mГЎs espacioso y bien cuidado, lleno de coloridas rosaledas. Las plantas, ya abundantemente florecidas, pintaban manchas de color que se alzaban desde el suelo hasta los dos metros de altura. Se difuminaban del blanco cГЎndido al rojo fuego, pasando por dos tonos diferentes de amarillo, casi naranja y rosa. Las paredes de la casa, asГ­ como las pГ©rgolas, estaban completamente cubiertas de glicinias. Sus flores, en racimos, de un hermoso e intenso color lila y en plena floraciГіn brotaban de un lecho de hojas verde pastel y daban a la casa una sensaciГіn de absoluta frescura. Los alfГ©izares de las pequeГ±as ventanas estaban adornados con jarrones de geranios, tambiГ©n de muchos colores. Las flores, aГєn parcialmente cerradas, esperaban el momento adecuado para mostrarse en su mГЎximo esplendor. En el lado opuesto de la casa, justo donde terminaba la rosaleda, se podГ­a ver un huerto. Tal vez era sГіlo una pequeГ±a parte de un terreno mucho mГЎs grande escondido de nuestros ojos por la casa. Un niГ±o entraba y salГ­a de la casa, y llevaba una regadera con la que regaba los geranios. El aire fresco que nos rodeaba estaba impregnado de olores, una mezcla de fragancias entre las cuales la menta y la salvia se distinguГ­an fГЎcilmente.

Con el menor atisbo de voz, para no molestar demasiado, llamГ© la atenciГіn del niГ±o que, al oГ­rse llamar por un extraГ±o, se quedГі algo atГіnito. No parecГ­a muy decidido a hablar con nosotros, asГ­ que nos enviГі una clara seГ±al para que esperГЎramos, corriГі hacia adentro de la casa y luego saliГі acompaГ±ado por su madre. CruzГі la puerta, ignorando nuestra presencia, y regresГі a sus geranios mientras su madre se acercaba a nosotros. Era una hermosa mujer de pelo negro, bastante alta y esbelta pero no delgada. Sin embargo, al acercarse a nosotros, comenzamos a vislumbrar los rasgos y signos del paso del tiempo en su rostro. No debГ­a de ser muy joven, pero se veГ­a bien cuidada. Tal vez los esfuerzos fГ­sicos habГ­an dejado en su cuerpo su rastro indeleble de forma prematura. No podГ­a saberlo ni me importaba en ese momento, asГ­ que dejГ© de pensar y me preparГ© para dialogar con ella mientras una tГ­mida sonrisa se dibujaba en su rostro.

—¡Buenos días! ¿Buscáis a alguien? —exclamó, manteniendo esa pregunta en sus labios, esperando nuestra respuesta.

—Buenos días, señora. Por favor, perdone que la molestemos. ¿Podría decirnos a qué distancia está el próximo pueblo y qué dirección debemos tomar? ¿Tenemos que continuar por el camino o hay que desviarse? Verá, es que estamos buscando un lugar para parar y descansar un poco, para comer y comprar algunos refrescos. No nos importaría dar un paseo si pudiéramos, para ver algunas cosas. Hemos pasado por un pueblo que está ahora a unos diez kilómetros, no nos gustaría tener que volver directamente por un camino largo y vacío —le respondí, tranquilizándola.

— Sí, hay unos pocos, por supuesto. Pero veo que vais en bicicleta y también parecéis muy cansados. Ir hasta el siguiente pueblo puede ser un reto y vais a llegar agotados. Además, ¿no tenéis que volver después igualmente? ¿De dónde venís? — preguntó. Tenía toda la razón del mundo.

—Nos hospedamos en Gissey, venimos de la esclusa 34s, señora —exclamé con orgullo, como si me sintiera un maestro experto del lugar por donde pasaba en aquel momento.

—¡Ah, ya veo! Es la casa de Urs y Doris. Son muy buenas personas —respondió —. A mi parecer ya habéis hecho tantos kilómetros que os aconsejo que no vayáis más lejos, al menos por hoy. De todos modos, al fin y al cabo, es vuestra decisión. ¡Puedo sentir el dolor de vuestras piernas y traseros! — continuó, guiada por buen humor contagioso que inmediatamente nos llevó a nosotros dos a reír a carcajadas mientras confirmábamos su suposición produciendo una mueca cómica de dolor en nuestras caras.

—Escuchad, chicos, nosotros también tenemos refrescos, la única diferencia es que no están a la venta, así que tendréis que aceptar nuestra hospitalidad —dijo de forma graciosa—. Si queréis uniros a nosotros, sois bienvenidos. ¡No mordemos, os lo aseguro! —exclamó finalmente con una expresión tranquilizadora y sincera.

—No nos gustaría aprovecharnos de su amabilidad, señora…

—¡Giselle, me llamo Giselle! —me interrumpió extendiendo su mano para presentarse y esperando que nosotros hiciéramos lo mismo.

Nos presentamos, y despuГ©s de darle las gracias tantas veces hasta aburrirla, la seguimos. Nos invitГі a sentarnos en una hermosa mesa de piedra construida bajo un porche que completaba el lado derecho de la casa hasta casi llegar a la valla del jardГ­n de la propiedad. Incluso desde aquel punto se podГ­a ver la esclusa y el arroyo no muy lejos, rodeados de verdes campos y ГЎrboles. Ninguna colina limitaba la vista hasta la lГ­nea del horizonte, permitiendo al ojo vagar mГЎs allГЎ de los lГ­mites. SГіlo un relieve con salientes irregulares privaba al suelo de aquella monotonГ­a plana de las llanuras. Llevando el ojo mГЎs allГЎ del horizonte, se podГ­an ver los cultivos. SГіlo eran visibles porque estaban en ligero relieve con respecto al suelo y mostraban tonos de verde mГЎs oscuros. Se trataba de viГ±as muy fГ©rtiles en las que se producГ­a el buen vino de BorgoГ±a.

—Esperad aquí unos segundos, voy a buscar a Monsieur Jacques. Es mi padre. Él mismo se define como uno de los mayores charlatanes de Francia o quizás de Europa. Yo, sin embargo, creo que es un hombre muy sabio, ahora lo conoceréis —dijo divertida y orgullosa al mismo tiempo.

Nunca supe si se sentГ­a similar a su padre en esto o no, la hija В«sabiaВ» de un hombre sabio. Tal vez estaba expresando una sabidurГ­a diferente a la de su padre. El tiempo me sugerirГ­a la respuesta. Sonia y yo nos miramos a la cara, entretenidos por tanta alegrГ­a, pero tambiГ©n sorprendidos por aquella inesperada hospitalidad. TemГ­amos vagamente el bochorno de esa situaciГіn, sobre todo hacia el sabio, o charlatГЎn, Monsieur Jacques.

—¡Papá, hoy tenemos amigos a la mesa! —advirtió Giselle justo después de atravesar la puerta, hacia una habitación que no pude identificar.



Siempre he creГ­do que la amistad y la confianza estГЎn estrechamente ligadas, dos regalos que la gente recibe y otorga sГіlo con el paso del tiempo. El simple conocimiento no implica necesariamente amistad y confianza. No puede haber instinto en una relaciГіn amistosa porque no se puede medir la llamada В«sensaciГіn de pielВ». La amistad debe sentirse, demostrarse y compartirse. De lo contrario se tratarГ­a de una relaciГіn unilateral. Me refiero a esa forma de amistad que implica complicidad y que a veces tambiГ©n crea fricciГіn entre dos personas, la amistad en su forma mГЎs verdadera. AsГ­, considero la confianza como el combustible necesario para asegurar que la amistad pueda continuar, permitiendo que nazca, se desarrolle y evolucione hacia sentimientos aГєn mГЎs importantes y profundos. Sin este combustible no podemos proceder, asГ­ que es mejor que nos bajemos y sigamos a pie, pero por nuestra cuenta. Viendo la pelГ­cula de mi vida, he podido ver y escuchar historias de gente que ha dado su vida por la amistad, amando a su amigo incluso mГЎs que a ellos mismos. He visto a gente vaciarse de todo con tal de compartir cosas con sus amigos, y me he preguntado si yo podrГ­a hacer lo mismo por ellos. Tal vez habrГ­a perdido el desafГ­o conmigo mismo, no lo sГ©, pero claramente aГєn no he tenido una verdadera oportunidad de ponerme a prueba a mГ­ mismo. TambiГ©n he oГ­do historias de traiciГіn, quizГЎs porque ese sentimiento de amistad fue experimentado de manera diferente por las personas en cuestiГіn, quizГЎs en un sentido Гєnico, o quizГЎs porque para algunas personas la amistad era mГЎs bien sinГіnimo de buena oportunidad y, como tal, de ser explotada al mГЎximo. Sin embargo, nada de esto me maravilla. La lucha por la supervivencia de la especie estГЎ escrita en el ADN del animal, ya sea hombre o bestia. Se lucha para sobrevivir y seguir adelante, В«muerte tuya, vida mГ­aВ». A veces importa bien poco quiГ©n paga las consecuencias. Es un proceso de selecciГіn natural que ha tenido lugar en los Гєltimos milenios y nunca dejarГЎ de tenerlo en el futuro. Nos escondemos detrГЎs de esta coartada y ya no nos preocupamos por los efectos que puedan derivar de ella. TambiГ©n he oГ­do hablar de historias de amistad recГ­proca, casos verdaderamente raros y la mayorГ­a de las veces parte de cuentos de hadas; cuando son reales, exaltadas e idealizadas a la par de las leyendas. Es asombroso que, ante una bella historia de amistad, se tienda a romantizarla, a hacer pelГ­culas sobre ella, a crear mitos para exponer y utilizar como referencia, siempre que las cosas no evolucionen como se espera, desplegГЎndose en la escritura de poemas o prosa kilomГ©tricos destinados a la venta. Mitos, grandes ejemplos de vida que emular, que seguir. ВїNo deberГ­a eso ser lo В«normalВ»? Cuando pienso en una persona, la considero mi amiga, quiero decir que esa persona es como yo, que estГЎ a la par mГ­a. Si no, uso otro tГ©rmino para catalogarla y prefiero llamarla В«conocidaВ». ВїY quГ© hay de la confianza? ВїCГіmo surge, dГіnde entra, quГ© posiciГіn ocupa? ВїPuede la confianza que ponemos en un verdadero amigo, y que no sГіlo se supone que lo es, ser la misma que la que ponemos en un simple conocido? Tal y como yo lo veo y como resultado de la experiencia, la respuesta sГіlo puede ser negativa.

La amistad y la complicidad son cosas antiguas. Desde que el hombre comenzГі a caminar por la Tierra para vivir, o mГЎs bien para sobrevivir, necesitГі un compaГ±ero a su lado. El hombre prehistГіrico siempre tenГ­a que ir acompaГ±ado de un compaГ±ero o mГЎs para cazar y matar a su presa. Se dio cuenta de que no podГ­a derribar a su gran presa por sГ­ mismo, de lo contrario se arriesgaba a morir. El legionario romano tuvo que confiar en la capacidad de todo el pelotГіn para crear la В«tortugaВ» y luego poder defenderse del enemigo en la batalla. Incluso en el ГЎmbito literario y artГ­stico, la amistad ha inspirado al hombre en la creaciГіn de sus mГЎs grandes obras. El hombre, por naturaleza, no puede vivir solo, necesita a la manada. Hay personas que prefieren estar solas, tal vez por la desconfianza que sienten hacia los demГЎs, o porque necesitan lograr su propio aislamiento en su bГєsqueda espiritual sin exponerse a condicionamientos externos. Traigo aquГ­ un pasaje de CicerГіn que, aunque algo anticuado, nos transmite un mensaje muy moderno:



La amistad no es otra cosa a no ser el acuerdo de todas las cosas divinas y humanas con un profundo afecto. Exceptuada la sabiduría, quizá esta sea el mayor regalo de los Dioses al hombree. Hay quienes prefieren la riqueza, la salud, el poder, los cargos públicos, muchos incluso el placer. […] Luego están los que ponen el bien supremo en la virtud: una cosa maravillosa, sin duda, pero es precisamente la virtud la que genera y preserva la amistad, y sin virtud la amistad es absolutamente imposible. […] La amistad no puede existir más que entre gente honesta. De hecho, es el hombre honesto, al que es lícito llamar sabio, quien observa que no hay nada falso o simulado; en efecto, son las almas nobles las que incluso odian abiertamente en lugar de ocultar sus pensamientos tras una falsa apariencia. Además, no sólo rechaza las acusaciones de alguien, sino que ni siquiera sospecha, pensando siempre que el amigo ha cometido algún error. Vale la pena añadir, finalmente, la suavidad de la palabra y los modales, un condimento nada despreciable de la amistad. […] Digno de amistad es aquel que tiene dentro de sí mismo la razón para ser amado. ¡Especie rara! […] De todos los bienes de la vida humana, la amistad es el único en cuya utilidad los hombres están unánimemente de acuerdo. […] Todo el mundo sabe que la vida no es vida sin amistad, si al menos en parte quieres vivir como un hombre libre. La amistad, de hecho, se mete, no sé cómo, en la vida de todos y no permite que ninguna existencia pase sin ella. Por el contrario, si un hombre tiene un temperamento tan rudo y salvaje que rehúye todo contacto humano y lo odia, no puede evitar buscar a alguien sobre quien vomitar el veneno de su amargura. Entonces es cierto lo que dijo, si no me equivoco, Arquitas de Tarento:«Si alguien subiera al cielo y contemplara la naturaleza del universo y la belleza de las estrellas, la maravilla de tal visión no le daría la alegría más intensa, como debería, sino casi un disgusto, porque no tendría a nadie a quien comunicárselo». Así, a la naturaleza no le gusta nada el aislamiento y siempre trata de apoyarse, por así decirlo, en un soporte, que es tanto más dulce cuanto más querido es un amigo. […] En realidad, las relaciones de amistad son variadas y complejas y hay muchos motivos de sospecha y fricción; saber cómo evitarlos, mitigarlos, soportarlos es un signo de sabiduría. Un motivo de resentimiento en particular no debe ser exacerbado, para mantener las ventajas y la lealtad en la amistad: hay que advertir y reprochar a los amigos y, con espíritu amistoso, hay que aceptar de ellos los mismos reproches si están inspirados por el afecto. Si, por lo tanto, es un signo de verdadera amistad amonestar y ser amonestado—y amonestar sinceramente, pero sin dureza, y aceptar las reprimendas con paciencia, pero sin rencor—entonces debemos admitir que la plaga más grave de la amistad es la adulación, el halago y el servilismo. Ponle todos los nombres que quieras: siempre será un vicio que condenar, un vicio de quien es falso y mentiroso, de quien siempre está dispuesto a decir cualquier cosa para complacer, pero nunca la verdad.



La amistad es ante todo comunicaciГіn (http://doc.studenti.it/appunti/psicologia/9/comunicazione.html) entre dos personas que comparten pasiones, situaciones comunes, que para bien o para mal, se soportan durante el largo viaje de la vida. Utilizo la expresiГіn В«soportarseВ» porque siempre hay diferencias entre las personas que pueden hacer reflexionar y crecer al mismo tiempo, pero tambiГ©n provocar un distanciamiento, a veces incluso definitivo, en los casos mГЎs graves en los que la confianza se desvanece, provocando malentendidos entre ellas. Por desgracia, uno sГіlo se da cuenta de la importancia de los amigos cuando nos ignoran, cuando uno percibe su alejamiento de nuestras vidas. En otras palabras, nos quema la falta de amistad cuando nos damos cuenta de que la hemos perdido para siempre. Las disculpas sirven de poco. Pueden recrear el diГЎlogo, tal vez permiten que las relaciones fГ­sicas se reconecten, pero no devuelven la confianza perdida. Como las heridas causadas por la hoja de un puГ±al, aunque se curen con el tiempo, permanecen visibles de por vida. La amistad es un bien preciado que debe ser cultivado dГ­a a dГ­a, estГЎ en constante evoluciГіn, tanto que gracias a ella no nos damos cuenta del paso del tiempo. Plauto decГ­a: В«Donde hay amigos, hay riquezaВ», y para ser tal, la amistad debe ser vivida, construida y no contemplada como un monumento o una maravilla natural genГ©rica. No puedes ser espectador de una amistad, tienes que ponerte la ropa de actor y honrar tu papel en el escenario hasta que se cierre el telГіn. Hay que hacerlo en primera persona, involucrГЎndonos, quizГЎs a veces cometiendo errores o arriesgГЎndonos a ser traicionados. Uno puede estar extasiado ante la visiГіn de una aurora boreal, pero no es indiferente a la imagen de dos cachorros de perro y gato acurrucados el uno al otro mientras juega sin ser conscientes de su diversidad y de su futuro В«adverso/adversarioВ». A veces buscamos a la gente porque sabemos que con ellos el dГ­a parece ser mГЎs sereno, cada evento mГЎs feliz. No nos demos cuenta de que podГ­an ser amigos potenciales. AsГ­, de repente, sin motivo ni razГіn, se convierten en tales, tanto para nosotros como para ellos. De acuerdo con las leyes (http://enciclopedia.studenti.it/legge.html) de la EconomГ­a, В«darВ» sГіlo es bueno si es correspondido por В«recibirВ». En la verdadera amistad desinteresada hay un continuo dar, y la forma en que se hace vale mГЎs que lo que se da.

Y luego viene el amor, en todas sus formas. Amistad y amor, Вїuna uniГіn indisoluble? ВїY ese afecto que de alguna manera los une? Son sensaciones fundamentales en nuestra vida cotidiana, portadoras de emociones Гєnicas e inolvidables, razones vГЎlidas para afrontar las miles dificultades que cada dГ­a se ponen en nuestro camino. A lo largo de nuestra existencia vivimos estas situaciones varias veces, nos encontramos tan a menudo con estas emociones que tambiГ©n debemos saber manejar, comprender, a veces aceptar y aceptarnos a nosotros mismos, a pesar de todo y de todos. A veces, estos sentimientos se confunden y se hace difГ­cil distinguirlos para aclarar cГіmo nos sentimos. En otras ocasiones, esta tarea es inГєtil y ni siquiera nos damos cuenta: el hambre de claridad sГіlo alimenta aГєn mГЎs nuestro estado de confusiГіn interior. Cuando amamos a un amigo, sin distinciГіn de sexo, cuando nos importa y es parte integrante de nuestra propia existencia, se hace casi superfluo distinguir ambas cosas. El amor es como el culmen de la amistad. En lo mГЎs profundo de nosotros, el amigo que sufre o se alegra, que vive los momentos buenos o malos de su vida, nos involucra totalmente. Compartimos las mismas experiencias y emociones con Г©l. Del mismo modo, el amigo siente las nuestras. Se llega a vivir en simbiosis, cuidando a nuestro amigo tanto como nos preocupamos por nosotros mismos. Debido a que, lo queramos o no, nos amamos, es justo afirma que tambiГ©n lo amamos de la misma manera. Entonces, Вїrealmente vale la pena distinguir entre la amistad y el amor? Por supuesto, cuando en la relaciГіn entran el sexo, la familia y la convivencia. El hecho es que, en ciertas situaciones, es simplemente innecesario hacerse la pregunta.














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